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lunes, 16 de septiembre de 2013

Nibiru

Nibiru, para los babilonios, era un cuerpo celeste asociado con el dios Marduk. Nibiru significa "lugar que cruza" o "lugar de transición". En muchos textos babilonios se identifica con el planeta Júpiter, aunque en la tablilla 5 de la Enûma Elish se asocia con la Estrella Polar, que también se conocía como Thuban o posiblemente Kochab.
Nibiru sería un planeta propuesto por Zecharia Sitchin, basándose en la idea de que las civilizaciones antiguas habrían obtenido sus conocimientos y su desarrollo gracias a hipotéticos contactos con extraterrestres. Sin embargo, esta descripción es considerada inverosímil por científicos e historiadores.
En opinión de Sitchin, el planeta habría adquirido el nombre del dios babilonio Marduk a consecuencia de una usurpación del poder por parte de este dios en el 2024 a. C., atribuyéndose la creación de la Tierra mediante la falsificación en las copias del poema épico Enuma-elish.
Según la descripción de Sitchin sobre la cosmología sumeria, Nibiru sería el buscado «duodécimo planeta», o el Planeta X (que incluye la descripción de 10 planetas, más el Sol, y la Luna).
Igualmente indica que en la antigüedad se habría producido una catastrófica colisión de uno de sus satélites con Tiamat, un hipotético planeta también postulado por Sitchin, y que habría estado entre el planeta Marte y Júpiter; hecho que habría formado el planeta Tierra y el cinturón de asteroides. Además, según Sitchin, Nibiru habría sido el hogar de una poderosa raza alienígena, los Anunnaki. Como consecuencia de la colisión, según afirma Sitchin, el planeta Nibiru habría quedado atrapado en el Sistema Solar, volviendo al lugar de la colisión periódicamente en una órbita excéntrica. Más tarde vinieron a la Tierra.
Sitchin cita algunas fuentes que según él, hablarían sobre el planeta, que posiblemente sería una estrella (concretamente una enana marrón) que estaría en una órbita sumamente elíptica alrededor del Sol, la cual tuvo su perihelio hace aproximadamente 3600 años y un período orbital de unos 3600 a 3760 años. Sitchin atribuye estos datos a los astrónomos de la civilización maya.
En un libro recientemente publicado, titulado 2012: cita con Marduk, el escritor e investigador turco Burak Eldem presenta una nueva hipótesis, sugiriendo que son 3661 años los que duraría el período orbital del supuesto planeta y reclamando que habrá "una fecha de vuelta" para el año 2012. Según la teoría de Eldem, 3661 es un séptimo de 25 627, que es el ciclo total "de 5 años mundiales" según el calendario maya extendido. El último paso orbital de Marduk, añade, sucedió en el 1649 a. C. y causó grandes catástrofes sobre la Tierra, incluyendo la erupción de la isla Thera (en el mar Mediterráneo). A pesar de la belleza de la teoría no calza con la erupción de Thera que fue en 1627 antes de Cristo, ni tampoco con la mitología mesopotámica que lo "habría" visto cinco siglos antes y como sabemos ni siquiera ha sido visible facilmente el mismo siglo de su regreso.
Según los seguidores de Sitchin, sus ideas estarían avaladas por su dominio en lenguas muertas como el sumerio, y asistidas por la traducción de piezas consideradas tesoros; aunque esto realmente no es científicamente un fundamento astronómico.
Marshall Masters, en uno de sus libros, apoya la hipótesis de la existencia del planeta Nibiru en nuestro sistema solar.
La comunidad científica niega tajantemente la existencia de un planeta así, y ha realizado múltiples declaraciones en este sentido. Para los astrónomos, «las persistentes declaraciones acerca de un planeta cercano pero invisible son simplemente absurdas».
Desde los foros científicos se alerta sobre una estrategia habitual para confundir y alimentar el mito de la existencia de este planeta, consistente en relacionar el planeta ficticio Nibiru con cualquier comentario acerca del Planeta X o con el planeta enano Eris.
En 1930, Clyde Tombaugh encontró el planeta Plutón, luego de una sistemática búsqueda iniciada por el Observatorio Lowell como resultado de las predicciones de Lowell acerca de la existencia de un miembro adicional en nuestro sistema solar. Sin embargo, se comprobó que la masa de Plutón era diminuta, y una vez analizada la órbita de Caronte (la luna de Plutón) se encontró que la masa del sistema era demasiado pequeña para afectar a la órbita de Neptuno. La búsqueda del Planeta X continuó.
En 1983 se produjo el lanzamiento del satélite-telescopio infrarrojo IRAS. Basadas en las observaciones de este satélite, se publicaron unas declaraciones, y posteriormente en 1984 también un artículo científico en la revista Astrophysical Journal Letters, titulado “Unidentified point sources in the IRAS minisurvey” (‘fuentes puntuales no identificadas en el miniestudio de IRAS’), en las que se discutían varias fuentes infrarrojas detectadas de origen desconocido. Este artículo provocó gran revuelo, y el resurgimiento de todo tipo de bulos y teorías conspirativas.4 No obstante, más tarde se descubriría que estos «objetos misteriosos» resultaron ser galaxias lejanas.
En 2008, un equipo japonés anunció que según sus cálculos, debía existir un planeta no descubierto a una distancia de unas 100 UA.5 (la unidad astronómica es la distancia media entre la Tierra y el Sol: unos 150 millones de kilómetros) con un tamaño de hasta dos tercios del de la Tierra. Estos cálculos refuerzan la hipótesis de la existencia de un planeta X, pero nada hace pensar que su órbita pueda ser distinta a la del resto de objetos del cinturón de Kuiper.
En 2005 fue publicado un videojuego llamado Nibiru: el mensajero de los dioses; es una aventura gráfica de la compañía Future Games, con la producción de The Adventure Company. La historia parte de un supuesto hallazgo de los nazis, al final de la Segunda Guerra Mundial, de la manera de aprovecharse de la tecnología de los habitantes del planeta, pero sin tiempo para conseguir influir en el resultado de la guerra. Sus hallazgos quedarían escondidos y es en el tiempo actual cuando vuelven a aparecer, en esta aventura que destaca por sus grafismos y su ambiente de intriga.
En 2008 se publicó la novela La clave de Leo, de Ricardo Vega, donde se hace referencia al planeta Nibiru (también llamado Marduk por el autor), como un planeta del sistema solar que posea una órbita muy excéntrica con respecto al Sol. Según la trama de la historia, el planeta no pertenecía al conjunto de cuerpos celestes que orbitaban alrededor del Sol, pero en su paso por el sistema solar la órbita de uno de ellos se intersecó con la de su luna Tamat, dando origen al planeta Tierra. Luego los ficticios habitantes de Nibiru o Marduk (llamados anunakis) colonizaron el nuevo planeta con sus conocimientos y habilidades tecnológicas. El planeta retorna cíclicamente al sistema solar, y en su recorrido su órbita transcurre cercana a la órbita de nuestro planeta, generando toda clase de desastres climáticos.


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